12/7/11

EL ZEN DE LA DOMESTICIDAD






















La visión y el sentir occidental de la domesticidad viene expresado como forma de aniquilación personal, de frustración, adaptación y de doma. Como una perdida de tiempo, de descanso y de ocio, perdida de intimidad que genera multitud de conflictos en la conciliación con las tareas profesionales así como en la relaciones personales dentro del contexto del hogar. Con mi propuesta artística no me interesa tanto el intenso debate de género que subyacente ( dejando fuera ya el discurso feminista que nos planteaban Marina Abramovich o Marta Rosler que hacian de la domesticidad su fuerte y su contexto en su discurso en defensa de la identidad femenina) sobre la distribuión de las cargas domésticas. Si más bien me interesa focalizar por encima de quién las pueda realizar, la propia actividad doméstica y su colección infinita de gestos reiterativos y rutinarios: frotar, rascar, sacudir, mezclar, lavar, coser, zurcir, unir, mover, barrer, batir, triturar, planchar, doblar, colar, etc, ......

Representar un estado de desaparición progresivo, entre el cuerpo y el objeto, entre el yo y el otro. Un momento vivido, en el vilo de la espera, de la calma y de la relajación interior. Es la intención de este proyecto artístico en el que se pretende alcanzar un estado de ingravidez discursiva, articulada y ceremoniosa, fetiche de momentos y emociones vividas. Mi mirada anima a los objetos en un teatro que repite la doble acción de la aprensión y de la desaprensión, el paso del dolor y la frustración de las tareas domésticas, al disfrute y al placer, la necesidad de poseer y a la vez la calma tras dejarse ir. La repetición de los gestos própios de la tareas domésticas transmutadas en actos de meditación zen de limpieza interior mientras cuido lo exterior. Son generadoras de situaciones de picnolépsia3 y de desconexión del hecho que nos ocupa para desaparecer en pensamiento.

Quiero mediante lo cotidiano inspirar nuevas asociaciones curiosas, de ese mundo tan cercano a todos, a una descripción admirada de lo visto, superando las miopias llevando lo doméstico hasta la sobrecarga de la liturgia. Evidenciar la inmediatez de un entorno humano y someterlo a un nuevo contexto para relativizar las barreras de lo cotidiano y lo artístico. En realidad este conjunto de piezas aluden a un sistema propio de organización, de valorización y finalmente a una estética individual que responda a las necesidades inmediatas de cada ser. Esta propuesta apunta hacia una forma de ordenación que corresponda a la organicidad del complejo desarrollo indiviual para ampliar así el estrecho espacio que la sociedad concede a las diferencias del desarrollo humano.






11/7/11

EL HOGAR YA NO ES EL ESCENARIO DE LOS TRAUMAS EMOCIONALES

"El hogar ya no es el escenario de los traumas emocionales de telenovela. Los contextos culturales han sido reemplazados por las aspiraciones de la clase media que utiliza todos los indicadores que tiene a mano, sin tener en cuenta sus contextos, para expresar un estatus social. Adelantando el pesimismo cultural que acucia a los occidentales cuando reflexionan sobre la desaparición de la tradición; tranquilamente prevén un futuro donde todo será producido en masa, y la tradición y la modernidad se habrán convertido en meras miradas intercambiables en todo el mundo 1".

La percepción de las cosas cotidianas se convierten en un intenso proceso de auto-referencialidad, sin embargo, no es difícil identificarse con los gestos que he creado. Me dejo atravesar en estado de trance, por las cosas que me rodean: las recibo desde mi intuición, las transfiguro con deseo, las con/muevo mediante la imaginación y, en ese tránsito, ésos gestos parecen cobrar vida própia poseídas, actúando con la pasión personal que les insuflo. En estas singulares representaciones, los utensilios pierden gravidez, la noción de uso se desmaterializa generando un lenguaje que denotan los ánimos de mi persona con la que cohabito. Provocación psíquica, meditación zen, entre los objetos y yo. Entendiendo que Meditar es aplicar el pensamiento con absoluta atención a la consideración de una cosa. Observar, concentrarse, apreciar los detalles hasta llegar a fundirse con la propia actividad. Intentando demostrar que “la mezcla de racionalidad e irracionalidad pueden coexistir de forma armoniosa y aportar una mejor calidad de vida, donde bajo la calidad el arte y la tecnología no tienen que ser antagónicos, si no que pueden ser vistos como un todo sorprendente 2”._ 1 y 2 Pirsing Robert. M. (2010) El Zen y el arte del mantenimiento de la motocicleta Madrid Ed. Sexto Piso



10/7/11

DIARIO DE MI DOMESTICIDAD




















































“ Los objetos cotidianos, no suelen contar, al menos aparentemente, grandes historias. Ellos hablan de historias domésticas, historias que no suelen aparecer en las páginas de los libros y que cuando aparecen en los diarios, en los periódicos, lo hacen en las páginas interiores, en titulares a una sola columna. Tal vez por eso ocupan muy especialmente las narraciones, las obras creadas por mujeres. Son las mujeres las que tradicionalmente se han ocupado de la casa, sus tareas y es ese universo cerrado donde están la mayoria de las cosas.

La construcción que se hace del mundo a partir de una cotidianeidad ofrece sin duda perspectivas diferentes. La propia casa tiene lecturas diversas si las hace un hombre o una mujer, aunque la casa sea por esencia una referencia femenina, es el hogar, el útero, el lugar donde estamos protegidos. Pero las cosas han cambiado y los valores tradicionales; lo que creemos ver como una repetición de historias anteriores ya no es más así. Nos queda pues sentir que las cosas son parte de nosotros mismos y que de ahí proviene ese enigma que las rodea, están siempre esperando a que algo nuevo, diferente, les haga salir, como en los cuentos infantiles, del silencio para convertirse en personajes. El mundo de todas las cosas, donde nosotros somos los invitados incapaces de ver y percibir la realidad, son tan sólo fogonazos de luz, fragmentos de ilusión 1 ”_1 Olivares R. Revista Exit nº 11 , agosto-octubre 2004